Artículo original en inglés publicado en Yuca Magazine – II – The Architecture Alibi & Migrations Issue
Todo comienza con un río. Un río que nace en los cerros orientales de Bogotá y atraviesa la ciudad -a pocas cuadras de mi casa- para sumergirse luego frente a la Universidad Nacional, donde estudio. Un pequeño río que ahora es un canal (un hilo de agua) contaminado e invisible. Una pálida imagen de su pasado (como una de las principales fuentes de agua potable en la región desde el siglo XVI hasta mediados del XX) y de aquellos ríos que fueron vitales para los conquistadores y toda fundación de una ciudad. Los ríos ya no son poéticos ni importantes pero, no hace mucho, fueron una de las mayores fuentes de inspiración de canciones y poemas, de ideas de eterno cambio, flujo y circulación, desde Heráclito a Deleuze, de El Danubio Azul a la WWW y sus ice bucket challenges. Con los computadores seguimos usando las mismas imágenes náuticas: tenemos errores de ejecución por desbordamiento de datos, conversamos a través de streams de video, somos hackeados por correos de phishing o pesca —y hacemos todo esto mientras navegamos la web—. Como en una extraña transmutación de la materia el agua sigue fluyendo en la miríada de cables y alambres de nuestros computadores personales y en los ecos de las señales wi-fi de nuestro moderno delta de redes.
En este trabajo queremos visibilizar la opacidad habitual de los algoritmos y la cultura algorítmica en la que vivimos. La misma que dicta qué comprar, qué mirar y qué amigos deberíamos tener. También queremos hacer máquinas inútiles, grotescas. En este caso una máquina de software autónoma que toma como entrada los objetos e imágenes del curso del río Arzobispo y su sonido. Las fotografías de sus dos orillas ahora se cortan, remezclan, filtran, componen y funden en collages instantáneos que son informados por el sonido del mismo río. Los parámetros de cada composición (imágenes, cortes, posiciones, colores) se modifican constantemente por los valores de frecuencia del sonido creando un flujo de imágenes en constante cambio. Cada uno de estas composiciones nunca se volverá a producir de la misma manera -estatísticamente moriríamos antes de encontrarnos con otra combinación que tuviera exactamente las mismas características-, tal es la cantidad de combinaciones posibles.
La autoría es entonces aquí borrosa, diversa –y lo abarca todo: el río como sustrato y detonador, la máquina como autómata ciego y ejecutor de instrucciones, el artista alimentando el sistema con reglas y parámetros vacíos, los editores y diseñadores de esta revista afinando paletas y diseños y ser los ‘pescadores’ finales de estas imágenes, y usted, el lector, como el compositor final de significado y sentido. Todos somos autores y testigos de una forma de gramática arbitraria que utiliza el sonido de un río como semilla caótica y con un desenlace imposible de predecir de antemano por cualquiera de nosotros. Todas las imágenes de ambas orillas están entremezcladas por el mismo río en un ciclo que quiere crear una especie de cyborg: un híbrido entre naturaleza, cultura y máquina en un flujo autónomo sin fin.
Esta obra navega por aguas antiguas: desde la poesía aleatoria y procesual de los dadaístas y el Oulipo hasta los experimentos de cut-ups de William Burroughs, desde los discos de computación medievales de Ramon Lulle hasta la Biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges, desde la pinturas azarosas de Ellsworth Kelly a las nuevas tradiciones del arte generativo. En este caso el sonido y el software crean un paisaje que ahora es un mapa fragmentado y mixto. Tomás Moro describió una ciudad perfecta en un territorio circular, siendo el eje y la cuadrícula también principios básicos de muchos proyectos utópicos de orden para la razón y el espacio. Nosotros, como muchos otros, creemos que cualquier búsqueda de pureza es una forma de fascismo —un callejón sin salida— y preferimos apostar por ilustraciones de un horizonte caótico. En esta fundación hecha por/con un río olvidado queremos ilustrar una especie de utopía inmaterial, simple, casi infantil. Un lugar donde la lógica y la coherencia se cortocircuitan y donde lo natural, lo artificial y lo humano pueden co-crear un espacio de nuevas e inesperadas posibilidades.
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Original article published in Yuca Magazine – II – The Architecture Alibi & Migrations Issue
Everything starts with a river. A river born in the eastern hills of Bogotá, flowing through the city -just a few blocks from my house- and dipping underground in front of the Universidad Nacional. A small river that is now a ditch, a thread of water, polluted, invisible. A pale image of its past (as one of the main sources of potable water in the region from the XVI to mid XX centuries) and of those rivers that were vital for conquistadors and city foundations. Rivers are no longer poetic or important, but not so long ago, they were one of the biggest sources of inspiration for songs and poems, for ideas of eternal change, flow and circulation, from Heraclitus to Deleuze, from The Blue Danube to the World Wide Web and its ice bucket challenges. With computers we still use the same nautical images: we have execution errors by data overflow, we talk to each other via streams of videos, we are hacked by phishing spoofs —we do all this things while surfing the web—. Like a strange transmutation of matter, water keeps flowing in the myriad of cables and wires of our computers and in the echoes of the wi-fi signals of our modern delta of communication networks.
In this work we want to make visible the usual opacity of algorithms and the algorithmic culture we live in. The same one that dictates what to buy, what to watch, and what friends we should have. We also want to make useless, grotesque, machines. In this case an autonomous software-machine that takes as input the objects and images around the course of the Arzobispo river and its sound. Photographs of both of its shores are now cut, remixed, filtered, composed and liquified in instant collages that are informed by the sound of the same river. The parameters of each composition (images, cuts, positions, colours) are constantly modified by the frequency values of the sound creating a constantly changing flow of images. Each one of these will never be produced again in the same way -statistically we would die before coming across another combination with the exact same characteristics-, such is the sheer amount of possible combinations.
The authorship here is then fuzzy, diverse, all encompassing: the river as substrate and trigger, the machine as blind automata and executor of instructions, the artist feeding the system with empty rules and parameters, the editors and designers of this magazine fine-tuning palettes and layouts and being the final ‘fishers’ of these fixed images —and you, the reader, as the final composer of meaning and sense. We are all the author, witnesses of some form of arbitrary grammar that uses the sound of a river as a chaotic seed with an outcome that is impossible to predict beforehand by any of us. All the images from both shores are intermingled by the same river in a cycle that wants to create a cyborg artwork of sorts: a hybrid between nature, culture and machine in a never ending autonomous flow.
This work navigates old waters: from the random/process poetry by the dadaists and the Oulipo group to the cut-up experiments of William Burroughs, from the medieval computing discs of Ramon Lulle to the Library of Babel by Jorge Luis Borges, from the early random paintings by Ellsworth Kelly[ref] [/ref] to the new traditions of generative computer art. In this case, the sound and the software creates a landscape that is now a fragmented and mixed map. Thomas More described a perfect city in a circular territory, the axis and the grid being also basic principles of many utopian projects of order for reason and space. We, as many others, believe that any search for purity is a form of fascism —a dead-end— and we prefer to go for illustrations of a chaotic skyline. In this foundation made by/with a forgotten river we want to illustrate a simple, almost childish, immaterial utopia of sorts. A place where logic and coherence are short-circuited and where the natural, the artificial and the human can co-create a space for new and unforeseeable possibilities.